"EL COMPADRE Y LA COMADRE"
(LEYENDA DE ROMA-PERÚ)
(LEYENDA DE ROMA-PERÚ)
Pintura de Cristian Pérez Agreda
(CRIPPER)
Un día, cuentan nuestros abuelos, cuando el cerro Mirador lucía conforme lo había creado la naturaleza, se divisaba a lo lejos con mucha claridad, dos enormes piedras de forma humana, desafiando al tiempo y a las poblaciones cercanas.
Según la leyenda, una joven señora de deslumbrante belleza, con aires primaverales, y un joven bien parecido se conocían y paseaban siempre juntos; para encontrarse en el lugar favorito, que de antemano habían convenido.
Entre dichos jóvenes existía un compadrazgo. El tiempo pasaba entre compadrazgos van y compadrazgos vienen, fueron tantos los halagos y cariños que se prodigaron hasta que una chispa de pasión encendió la llama del amor, y quedaron de encontrarse ahí, en el Cerro, espectando las maravillas del valle Chicama.
Cuentan que todos los volvieron a ver juntos en el mismo lugar del cerro en muchas oportunidades, pero no para contemplar el crepúsculo de la tarde, sino para exteriorizar su amor prohibido a escondidas de los pobladores del lugar, cogidos de la mano, con una mirada mutua insistente, atrayéndose por el fuego del amor.
Narran, que los compadres, una de esas tantas noches de cita, hechizados por el amor que se prodigaban, se fueron al Cerro Mirador y pecaron en el sexo, entonces ante las fuerzas hechizadas del cerro, se convirtieron en piedra, una frente a la otra.
Dice la leyenda que se convirtieron en piedra, como castigo a su pecado, y adiós promesas. Frente a frente se quedaron y el que pase junto a ellos, a las doce de la noche, se quedará transformado en piedra.
Según la leyenda, una joven señora de deslumbrante belleza, con aires primaverales, y un joven bien parecido se conocían y paseaban siempre juntos; para encontrarse en el lugar favorito, que de antemano habían convenido.
Entre dichos jóvenes existía un compadrazgo. El tiempo pasaba entre compadrazgos van y compadrazgos vienen, fueron tantos los halagos y cariños que se prodigaron hasta que una chispa de pasión encendió la llama del amor, y quedaron de encontrarse ahí, en el Cerro, espectando las maravillas del valle Chicama.
Cuentan que todos los volvieron a ver juntos en el mismo lugar del cerro en muchas oportunidades, pero no para contemplar el crepúsculo de la tarde, sino para exteriorizar su amor prohibido a escondidas de los pobladores del lugar, cogidos de la mano, con una mirada mutua insistente, atrayéndose por el fuego del amor.
Narran, que los compadres, una de esas tantas noches de cita, hechizados por el amor que se prodigaban, se fueron al Cerro Mirador y pecaron en el sexo, entonces ante las fuerzas hechizadas del cerro, se convirtieron en piedra, una frente a la otra.
Dice la leyenda que se convirtieron en piedra, como castigo a su pecado, y adiós promesas. Frente a frente se quedaron y el que pase junto a ellos, a las doce de la noche, se quedará transformado en piedra.
Ahora, observamos en la siguiente foto, que se ha convertido en un sitio turístico para todas las personas que visitan Roma, donde se pueden hacer tomas fotográficas inolvidables para el recuerdo, además de espectar todo el panorama de este bello pueblo romano.
Ruth y Richard, en su visita de Andorra
a Perú, acompañados de Meritxell, su ahijada
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